14.6.06

Gsm vs Murphy

Muy bien el tema está más claro que nunca.
Las deficiencias de la tecnología.

La cantidad de malentendidos que pueden llegar a generarse por confiar en la materia gris, probablemente superior, de una persona que dedica su vida a inventar avances que eleven al ser humano a un estado claramente más alto que un animal sin raciocinio.
Y, uno confía. En realidad, primero desconfía. Después prueba. Después confía. Y con el uso, a veces excesivo, comprueba que las cosas que inventa el ser humano terminan por quedar obsoletas a partir del instante en que empiezan a formar parte de tu cotidianeidad, rutina, costumbres. Para, finalmente, demostrar que nada culmina en ese último invento. ¿Por qué? Porque con el tiempo aparecen las fallas, los desperfectos, los famosos `se cayó el sistema`. Y entonces quedamos todos encerrados en nuestra propia jaula, paralizados. Sin máquina no puedo trabajar.

Leerlo completo


Y ni hablar si quedaste en encontrarte con alguien a las 11 y, siendo menos cuarto, te das cuenta que no llegás, que tu tía se tropezó y hay que llevarla al hospital, que un amigo se peleó definitivamente con la mujer y tenés que mutar en oreja o que acaban de despedirte. Bueno, no todo es tragedia, también pudo haber pasado que te bajaste del bondi atrás de una mirada sugerentemente simpática o convencido de que se acaba de bajar tu destino y tenés que seguirlo. Claro, ahí, mandás un mensaje de texto con una excusa real o ficticia que justifica tu ausencia o demora y listo. Pero, resulta que el mensaje llegó tres horas más tarde o, mejor aún, nunca llegó. La persona que espera no tiene crédito para descargar sus insultos y vos acabás de gastarlo en ese último mensaje, lo cual no permite que recibas llamadas de públicos o locutorios. Empezamos. Que me dejaste plantado. Que te mandé un mensaje. Que nunca me llegó. Que te estuve llamando y me daba apagado. Que no tenía crédito. Y, quizás ahí, es donde la historia de amor con la tecnología empieza a tener fisuras o se rompe. Y cuando algo se rompe, mmmm, difícil que vuelva a su estado original.
Eso pasa. Lo siguiente es que te indignás con la prestadora del servicio, después con el que inventó el aparato, para terminar por darte cuenta que el error radica en haber dado por sentado que como las cosas siempre se dieron de una manera, por qué no confiar en que así seguirá siendo. Y si siempre funciona, obvio, la ley de Murphy (que sentencia que todo lo que puede pasar, pasa) desafía a las certezas deleitándolas con su presencia.
La sed de superación es inevitable. Pero tampoco dejemos nuestro destino librado al azar de promesas que tienen fecha de vencimiento. No confiemos del todo en algo que en realidad no existe. Porque, está clarísimo, la perfección no existe.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Coincido y me siento identificado con aquello que leo. Esa confianza y posterior acostumbramiento a aquellas tecnologías, avances y aparatejos hacen que nuestras vidas se vayan adecuando a ese aparente progreso. Algunos podrán ser útiles en situaciones especificas, pero el sobreuso hará que se pierdan momentos que antes nos parecían comunes.
Creo que es inigualable ver la reacción de alguien cuando se le dice algo lindo...