19.5.09

El juego

Se supone que el juego es algo lúdico. Algo que distrae, que relaja o que alimenta la imaginación y el instinto de competencia. Yo creo que en general uno juega con cartas que desconoce, las del otro. Cartas en el sentido más generico, no especialmente en juegos con cartas. Entonces, más allá de lo que uno tenga, hay un margen de error basado en el riesgo. Y es así, te puede salir bien o te puede salir mal. Podes leer gestos, actitudes, movimientos, estrategias pero la verdad se presenta con muchísima elegancia cuando las cartas se desnudan ante nosotros. Los factores más importantes no están en nuestras manos. En nuestras manos está seguir, arriesgar o irse a mazo. Podemos pensar en probabilidades estadísticas. Pensar qué cartas ya salieron. Pero si no se tiene acceso a demasiada información, en general me mando. Arriesgo, no me gusta quedarme con dudas y me gusta la competencia, y el juego y jugar con lo que le puedo hacer pensar al otro. También se pueden hacer alianzas, no? Silenciosas o no. El truco, el teg, el poker, los juegos deportivos que tienen que ver con una aptitud más bien física. Y si son física o genéticamente superiores para qué juegan, para perder? No. Es ahí donde vienen dos personajes a esta historia para adueñarse del protagonismo sin demasiado esfuerzo: el miedo y la esperanza. "Y mirá si les ganamos?" (esperanza, fe en si mismos), "Mirá lo que son estos tipos, nos van a destruir" (miedo, inseguridad, desconfianza, o realismo tal vez?). Y acá hay que volver a elegir. Quién queremos ser? Yo, me fui al mazo muy pocas veces en mi vida, no juego más de lo que tengo pero lo que tengo lo juego todo. Y siempre, siempre, siempre, después de arriesgar, más allá del resultado, hay que volver al eje, a ser uno, a recordarse quien uno es, sacarle la pelusa al saco con estilo. Caminar unas diez cuadras, comprar un paquete de cigarrillos bien fuertes, fumar dos seguidos, no correrse ante la gente que viene de frente en la vereda, y no pedir perdón por eso. La vida está para jugarla con las cartas que toquen, con las estrategias que surjan, con los intervinientes que son miles desde la plena seguridad hasta la absoluta inseguridad, con muchos en el medio. La frase es "veamos qué pasa". Yo le agrego a esa frase: "yo me mando, veamos qué pasa."