27.5.11

Beautiful Lonlyness

La soledad tiene ese qué se yo que la hace adictiva, aunque solo sea el 35% del tiempo total en el que uno la vivencia. Pero qué 35 por ciento! Un SEÑOR 35 por ciento! Tal vez, hasta me atrevo a decir que ese SEÑOR es el príncipe azul al que mi mamá se refería. Mami, lo encontré! Mi príncipe azul soy yo misma en el mood de “qué buena que esta la soledad, che!”
No vamos a hablar del otro 65%, para qué? Si lo claramente positivo está en otra parte, por ahí, por ese pasillo a la izquierda con el SEÑOR 35%.
Tratemos de regodearnos un poco en ese 35%, a ver. Qué vendría a contener ese 35%? Bueno, digamos que seguro, seguro contiene ese viaje interno al que uno, obligadamente, en su condición de solitario emprende hacia “ la paja propia” y no “la ajena”. Porque, aunque aspiro a que me importe 0% lo que piensen los demás, es importante observar qué te rodea, eso es parte de lo que sos, con lo cual, no hay que estar pendiente de “la paja ajena” pero sí alerta. Un “mmmmm… let me check…” hacia “el afuera” hay que hacer. (Creo que me estoy obsesionando con los signos de puntuación)
Otro ingrediente que contiene ese 35% es esa cosa de no sentirte culpable de no cocinar, no bañarte todo el tiempo, no lavarte los dientes un día, andas con la ropa que peor te queda pero que, honestamente, you don’t give a shit about it!; qué más? También un poco de esa sensación de “aaaaahhhhhhh, qué bueno que nadie va a juzgar la hora, el aspecto y el estado en el que me estoy acostando. Qué placer…” Eso contiene seguro! Y a esa cuesta renunciar cuando de repente de estás planteando que ya deberías cambiar ese “single” por un “it’s complicated”, at least. Yo descubrí que invito gente a casa todo el tiempo porque es la única forma de obligarme a ordenar y limpiar. Bueno, eso y que estoy en esa época en que se me cae mucho el pelo, y se me aparecen dos opciones en la mente de por qué en realidad eso sucede: 1) porque los años pasan; 2) porque estoy cambiando el pelo; soy muy joven para quedarme pelada o cualquier cosa similar. Y elijo quedarme con la segunda (tomá “señorita persecuta”, esa fue para vos. Sí, sí, a vos te hablo, ahí arriba, en mi cerebro… para vos.)
Preguntarte de qué tenés ganas sin pensar en nada más, pero NADA más. Ahí es donde uno es como que empieza a perder un toque la consideración. Pero un toque nada más. Un desgaste, no una destrucción total de eso de “ser considerado”. Te volvés un toque menos considerado. Bueno, te desacostumbrás a pensar de a dos, es normal. Y el hombre es un animal de costumbre así que no es problema. A mirar y ser mirado sin culpa. Porque vos sabés que no vas a hacer nada es, simplemente, eso. Nada más. De cualquier forma a nadie le gusta ver a la persona que está con uno mirando a otras personas, no garpa.
A mí me pasa que, si me fui de shopping y me zarpé, nadie se entera, :P. Y me prometo que no me compro más nada por unos cuantos meses y me quiebro la promesa a mi misma, peeeeeeero no desilusiono a nadie. Eso sí que siente bien. Sentir que uno desilusionó a alguien es choto, che. Choto y pesa mucho. Por eso, no tener ese peso al menos en ese plano de la vida, también está bueno. Qué más?