13.6.12

El tamaño

Hay un espacio en mi vida que es limitado, tiene fronteras, límites, como quieran llamarlo y es, a la vez, desconocido durante ciertos momentos de mi vida. No importa su tamaño, SIEMPRE esta full.
Mi cartera.
Por qué me gustan grandes si después me paso media hora buscando algo y en el camino encuentro otra que estaba buscando ayer y me olvido de lo que estaba buscando. Por qué elijo una cartera chica para salir a comer o de bares, salir de noche digamos, y después estoy toooooda la noche sacando y poniendo, sacando y poniendo; que la plata, que los puchos, que el celular, que la manteca de cacao, que el brillo, que dónde mierda puse el encendedor??? yo no tenía unos chicles acá?; y esto sin mencionar que después de la travesía de encontrar algo, nunca la puedo cerrar. Entonces saco los puchos, no, saco el encendedor dejo los puchos; saco la billetera y llevo plata adentro de la cigarrera; no, para qué llevar la cigarrera si es incómoda y me entran pocos puchos, tengo que llevar el paquete de todas formas. La elijo chica y sufro. La elijo grande, y sufro.
Hace tantos años que me pasa esto que todavía no puedo creer que no lo haya resuelto de una manera sintética, práctica. Lo he intentado: a ver, Soledad, plata, celular, llaves, puchos y encendedor, no es tan difícil. Lo hago y esa noche mi amiga me dice "ay, no me digas que no trajiste el delineadorrrr, no te puedo creerrrrr!!!" Fumo un pucho y necesito crema para las manos, la NECESITO. Si tengo el desodorante en la cartera no transpiro, si no lo tengo no me quiero ni mover, por las dudas, pero después de dos tragos, me olvide de todo, no puedo evitar bailar y para cuando me quiero dar cuenta le estoy preguntando a la amiga de una conocida de una amiga a la que solo le dije "hola" en toda la noche: "por casualidad tenés desodorante?" Para mi suerte me responde que sí! "Sí, pero es a bolilla, no lo presto." Ah. Ahí empiezo a pensar un plan macabro para hurtarle la cartera por unos minutos. No, cualquiera, obvio que se va a dar cuenta. Ya sé, la invito unos tragos hasta que se olvide de las enfermedades que cree que puede contagiarse, o no sé, lo que sea que le de asco. Podría empezar convidándole de mi whiskey y, como quien no quiere la cosa, le voy contando que me depilo las axilas todas las semanas, que soy obsesiva de la depilación, que hace dos años que me hice la definitiva y eso me mantiene las axilas reeee limpias, no sé, ir metiéndola en tema... sutilmente, como verán. Y todo esto por qué? Porque no puse el desodorante en la cartera chica, porque no entraba. La próxima me vengo con la grande y la mierda.
Me detuve a pensar en el tiempo que pierdo durante el día buscando cosas en mi cartera. Mi epitafio sería "no estoy muerta, estoy buscando algo en mi cartera." Porque en verdad es lo mismo. En ese momento y hasta que no encuentre lo que estoy buscando desesperadamente en la cartera, estoy muerta, no existo, puedo responder algo que me esten diciendo, pero en realidad no estoy respondiendo, no estoy escuchando, no NADA, quiero el encendedor YA! Y el placer de encontrarlo, aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah. Es renovador, una vuelve a la vida. Yo he desarrollado una técnica: poner la manteca de cacao, las llaves y los chicles en el bolsillo donde va el celular. Y si no está ahí, me lo olvidé. Ya está, no lo traje. Estoy segura, me lo olvidé. Así que empiezo a pensar en soluciones. Paso por el kiosco a comprar chicles; me quedé afuera de casa; y me humedezco los labios con la lengua todo el tiempo porque SÉ que no tengo la manteca de cacao. He llegado a estar segura de que la traje y la busco, la busco, revuelvo. A veces lo encuentro aún teniendo la certeza de no haberlo traído y es ahí donde me cuestiono cuántas veces discuto algo de lo que creo estar segura y cuántas de esas no tengo razón. Pienso en mi terquedad, en mi nivel de soberbia. Pensar mucho me hace dar ganas de fumar. Busco los puchos. No encuentro el encendedor. Pero primero quiero la manteca de cacao. Miro a ver si alguien que pasa por al lado mío tiene pinta de tener fuego. Nada. Sigo buscando.Estas son las etapas:
1. Meto la mano a ciegas, busco al tacto. Saco un tampón.
2. Miro y revuelvo al azar, paso la mano por los recovecos. Encuentro el encendedor y lo meto en el bolsillo del la cartera para encontrarlo mas rapido next time.
3. Agarro el celular y me doy luz en ese universo de cosas que no sé para qué traigo.
4. doy vuelta la cartera sacada y la gente cree que estoy enojada, desencajada, histérica, nerviosa y todo el resto de sinónimos.
5. Lo estoy. Pero sé que está y lo voy a encontrar.
Y sí, a veces encuentro todo al toque y es una felicidad. Eso es la felicidad también para mí:
1. mirar el resumen de la tarjeta y enterarme que ya no tengo más cuotas para pagar.
2. encontrar algo al toque dentro de mi cartera.

Cómo me gusta complicarme la vida, no? Para qué mierda pago en cuotas si tanto me molesta? Para qué pongo tantas cosas en la cartera? Para qué uso carteras grandes o demasiado chicas o medianas? Me gusta buscar?
No, lo pienso más bien como: me genero mis pequeños momentos de felicidad. Eso es independencia del sistema, carajo!