Cuando la rutina te alcanza. La rutina de querer rulos teniendo lacio. La de querer irte a vivir a la playa viviendo en la ciudad. La de querer trabajar sin estrés. La de no querer trabajar para dejar de lidiar con algunas responsabilidades que te quedan grandes. La de exfoliarte todas las santas duchas. Y entonces el shampoo, y la crema de enjuague, y la crema humectante, y tapar la ojeras, y la fucking keratina. La de luchar contra la celulitis y la de querer obligarte a leer más. La de anotarte en cursos que a la segunda clase te aburrieron. La incansable lucha entre la ignorancia y el desear superarse. La puta rutina del ejercicio. La de tener que pensar qué almorzar o qué cocinar. La de limpiar porque ya esta sucio. La de pensar demasiado en la vida en vez de vivirla. La de elegir constantemente. Constantemente. Una eterna elección.
Esos días en los que no querés nada, pero querés cambiar todo de lugar, porque no sabés qué querés aún sabiendo que cuando cambies el presente y el futuro se transforme en realidad, vas a extrañar todo aquello o sea, esto. Cuando te cansás de vos, de lo que podrías cambiar, de los intentos de cambiar y de la incesante propia forma de ser, que te agobia, que se niega a dar el brazo a torcer. La de tercerizar en lo abstracto la posibilidad de modificar lo que quieras porque depende de vos. La rutina de que vos dependas de vos. "No tengo constancia." "Me falta voluntad." Uno cree que por ponerlo en palabras está más cerca de la solución que del problema. Eso es como tercerizarlo. Como si no dependiera de uno sino de que alguien te inyecte un líquido, una vacuna, que te cura del desgano. Qué inutilidad tan grande la de pensar sin acompañarlo con el hacer. Y la de hacer y conformarse con lo hecho en vez de seguir deseando y haciéndolo realidad. Qué agotador ser quién soy a veces, che. La desconformidad infinita. Esa a la que no le ves un fin. Pero son días. Hay días que uno se siente capaz de poder cambiar su mundo. Y que sólo es cuestión de hacerlo. Paso a paso. Qué difícil es pensarlo todo paso a paso cuando la sociedad y sus avances tecnológicos te pisan los talones. Vivimos en un día a día donde todo el tiempo hay que andar aprendiendo algo nuevo porque salió una nueva versión de algo que se maneja diferente. No existirá una aplicación para bajarse que sea "vida. 3.0"?
Esos días en los que no querés nada, pero querés cambiar todo de lugar, porque no sabés qué querés aún sabiendo que cuando cambies el presente y el futuro se transforme en realidad, vas a extrañar todo aquello o sea, esto. Cuando te cansás de vos, de lo que podrías cambiar, de los intentos de cambiar y de la incesante propia forma de ser, que te agobia, que se niega a dar el brazo a torcer. La de tercerizar en lo abstracto la posibilidad de modificar lo que quieras porque depende de vos. La rutina de que vos dependas de vos. "No tengo constancia." "Me falta voluntad." Uno cree que por ponerlo en palabras está más cerca de la solución que del problema. Eso es como tercerizarlo. Como si no dependiera de uno sino de que alguien te inyecte un líquido, una vacuna, que te cura del desgano. Qué inutilidad tan grande la de pensar sin acompañarlo con el hacer. Y la de hacer y conformarse con lo hecho en vez de seguir deseando y haciéndolo realidad. Qué agotador ser quién soy a veces, che. La desconformidad infinita. Esa a la que no le ves un fin. Pero son días. Hay días que uno se siente capaz de poder cambiar su mundo. Y que sólo es cuestión de hacerlo. Paso a paso. Qué difícil es pensarlo todo paso a paso cuando la sociedad y sus avances tecnológicos te pisan los talones. Vivimos en un día a día donde todo el tiempo hay que andar aprendiendo algo nuevo porque salió una nueva versión de algo que se maneja diferente. No existirá una aplicación para bajarse que sea "vida. 3.0"?
