22.12.17

Casi

En los ultimos siete años casi se muere uno de mis hermanos. Casi se muere mi abuela. Casi se muere mi novio. Casi se muere otro de mis hermanos. Casi soy madre. Y casi se muere mi viejo. Casi termino el curso de produccion de moda. Casi termino el curso de asesoramiento de imagen. Casi tengo una chance de escribir para un diario. Casi no fumo. Y ya casi tengo 40 años.

Esta terminando el 2017 y hoy mis certezas son: que casi todo lo que creia que es de una manera no lo es. Que me contradije en casi todo lo que pensaba. Que me he transformado en muchas de las cosas que no tolero. Que casi no tengo paciencia. Que estoy casi loca. Que cuando crei que habia domado mi mente peligrosa me di cuenta que iba a tener que agregar el casi a eso tambien.
Que casi he madurado y que soy casi buena y casi mala. Casi todo me emociona y casi todo me enoja.

Lo del balance de fin de año puede ser una estupidez, pero casi siempre sirve para algo.

Casi encuentro el acento en este teclado, pero no.

De repente, casi amo a ese alguien que siempre odie: el que invento el ¨casi¨.

7.10.17

Lecciones de la vida cotidiana (parte 1 de 1.000.000)

¨Pensar demasiado hace mal.¨ Esa es una premisa que nos puede o debería servir a todos. La pregunta es siempre cuándo parar de pensar o cuando dejar de esquivar y empezar a pensar. De nuevo el equilibrio.
Entrenar el cerebro es tarea mía. Conseguir herramientas para lograrlo también. Y todo ese trabajo que me tomo día a día en desechar pensamientos poco útiles o no detenerse en ellos, en identificar mis propias toxicidades, limarlas, mejorarlas, de nuevo, todo trabajo mío.

Lo que no termino de entender es qué se hace cuando las personas eligen ponerte en un lugar que les gusta. Porque les agradas o les servís o deciden admirarte por alguna remota razón y resulta que cuando ese velo se cae y ven en vos una persona común y llena de defectos, te culpan por eso.
Me pregunto qué culpa tiene el otro de que yo lo haya puesto en un ¨altar, allá, alto, para mirarlo y admirarlo y aprender. ¿Qué culpa tiene el otro de que yo le haya adjudicado algo?
Porque al caer el velo y darme cuenta que esa persona no es todo lo que pensé que era, me desilusiono y empiezo a culparlo por cosas que yo mismo creé o creí.
¿Podría ser como que en realidad estoy enojado conmigo mismo por haberme equivocado?
Podría. De todas maneras, muchas veces enseña mucho mas el error que el acierto.

De la misma manera, he observado personas que tienen una claridad para ver tus problemas y posibles  salidas que da gusto conversar y sentir que uno crece con sus palabras a medida que las mastica y las hace conscientes o las experimenta en carne propia y se da cuenta cuánta verdad había es sus consejos.
Pero de ninguna manera eso que hace ese consejero con los problemas de uno es directamente proporcional con que esa persona las pueda aplicar a su propia vida.
Es mucho más fácil ver con perspectiva los problemas, conflictos o penas ocultas del otro que de uno mismo. No es un secreto que lleva todo una vida conocerse a uno mismo.

Me resulta difícil escuchar los males, penas o preocupaciones de una persona y no pensar inmediatamente en posibles caminos que lo ayuden o  barajar algunas soluciones. Es uno de mis defectos. A veces la gente solo quiere ser escuchada y nada más.
Además, arriesgarse a tal aventura de encontrar soluciones a problemas ajenos termina muchas explotando en la cara de uno mismo como un culpable de algo, o porque no funcionó o porque cae un manto de juicio sobre cuánto de los que "aconsejas" aplicas efectivamente a tu vida. Y entonces? Y entonces sos de nuevo culpable de algo.

No involucrarse es juzgado.
Involucrarse también.

Lecciones de la vida cotidiana.

24.3.17

Gone: ensayo sobre la sobrevaloración de la locura

Cuando estas perdido. Cuando no es que no te encontrás. Sí que te encontrás, pero es como agua en las manos... dura poco.
Que si, que no. Que a la izquierda, que a la derecha. Soy egoísta si pienso en mi mismo? Debería estar pensando en el otro? Qué pasa si las dos cosas juntas no se logran?
Pasa la vida misma. La dicotomía es prima hermana de la contradicción. No hay vuelta. No te está pasando ahora. Te va a pasar toda tu vida entera, tu deber es aprender a manejarlo. Conocerte. Pero no para que no te pase. Para saber como combatirlo cuando te pase. Entrenarte. Tu deber no es que no te pase, eso es inevitable, tu deber es MA NE JAR LO. Cómo hacerlo y que dure la mayor parte de tiempo posible son los enigmas. Pero vamos, que no te parece que si todo estuviese servido entre panes se estaría transformando en algo demasiado aburrido para llamarlo vida.
Vida. Vida es que te pasen cosas. La vida perfecta a mi entender es menos vida que la otra, la opuesta. Sin exagerar, obvio. Pero si mirás para los costados hay mucha vida con historia. De hecho, quince minutos de mas en una charla de ascensor lo confirman.
El desequilibrio es la norma. Tranquilo.
Nosotros somos los que buscamos el equilibrio, irremediable e inútilmente. Y eso no quiere decir que esta mal, que estamos queriendo cambiar algo que no debería cambiar. No, esas cosas existen justamente para cambiar o no existirían. Simple.

Si el desequilibrio es la norma, la incomodidad es la norma. Que logremos encontrar equilibrio es un premio, pero no pensemos que por eso dura toda la vida. El equilibrio no es eterno. No lo es. El equilibrio es, repitamos todos: eee fiiii mee ro. Muy bien.

La vida se trata, básicamente, de qué cantidad de veces encontrás el equilibrio y cuánto te dura (pues debería durarte cada vez más).

POR LO TANTO, perderse es necesario, encontrarse es cada vez más primordial conforme va pasando el tiempo.

POR LO TANTO, perderse está bien. La cosecha de perderse se materializa positivamente también conforme pasa el tiempo.

Es algo así como el "modo avión" de los celulares. Solo que va de GONE a FOUND con una deslizadita de pulgar. La vida misma. Sin mes de pre-aviso ni un carajo. Just, like, that.

No te culpes mucho. Disfrutálo un poco. Instintivamente volverás a encontrar el equilibrio. Es tu naturaleza. La mía. La del ser humano. Herramientas te sobran.

Si en tu búsqueda logras no temerte ni traicionarte sin lastimar, el viaje se hará mucho mas ameno.

Ánimo.

Ánimo y mucho huevo. El mejor consejo que te puedo dar si me atrevo es: usá la bronca para algo positivo. Que construya más de lo que destruya.

La vida es tonta e injusta, pero no es lo único que es.


Esto también pasará.

Te lo prometo.

7.3.17

Shitty B-day to you

Me cae medio mal cuando la gente se enoja a los casi 40 años porque no vas a su cumpleaños.
A vos se te ocurrió festejar y vivís en la loma del orto y si no voy te enojás.

Todo muy gratuito. O sea, ¿qué necesidad? ¿Termino siendo un esclavo del cumpleañero? ¿Es en serio esto?
Entiendo que cuando alguien cercano cumple años uno tiene que hacer el esfuerzo de ir. La verdad es que hago lo que puedo. A veces tengo ganas de hacer el esfuerzo y a veces no. Aunque te quiera horrores. No me voy a ir hasta Nordelta, ida y vuelta, solamente porque si no voy te enojás y no me hablás por nueve meses. Por ahi ahí es donde disentimos en lo que es amistad. Tal vez eso tenga que ver pero no es lo UNICO que hace a una amistad.

Por otro lado, dejarse de lado a uno y hacer cosas por otro es bueno. Lo hago. Pero cada vez menos. Porque estoy cansada de hacer cosas que no tengo ganas de hacer solo porque al otro le hace bien.

Es como que en un punto me da bronca. Te fuiste a vivir a la loma del orto. Bien a la loma del orto. Si realmente quisieras festejar con tus amigas ¿lo hacés en la loma del orto? ¿O lo hacés en un lugar donde tengas convocatorio con tus amigas? Me parece medio estúpido pensar: "si realmente me quisieras, vendrías a la loma del orto." Mmmmm, no. No lo veo así. Te quiero. Pero no voy porque es lejos y no estoy de humor para socializar con personas desconocidas en la loma del orto. Además, ni siquiera es que compartís tiempo conmigo. Ese día, llego, me saludas me preguntas como estoy y cuando te estoy respondiendo te suen el celu de alguien que se perdió, o sonó el tiembre o te peguntan dónde está el destapador o que se acabó el papel higiénico; básicamente no te veo nunca, iría mas para ponerme al día con alguna otra amiga nuestra que para saber de tu vida porque vas a estar atendiendo a la gente el 90% del tiempo. No te vas a sentar a charlar conmigo. No me quisiste ver en todo este tiempo, no te va a hacer daño que no vaya hasta la loma del orto para hacer número en tu cumpleaños.

No sé, me niego. no tengo ganas. Me parece lejos e innecesario. Ojo, también me pasa que si mi amiga está en una situación mala, donde realmente necesita de mi presencia, ponele que me llama y me dice "por favor, realmente me gustaría que vengas". Ahí, seguramente no me voy a poder resistir a ir porque es un pedido muy puntual. Pero si le da lo mismo si voy o no voy, para qué el esfuerzo. Es un esfuerzo enorme para mí. No tengo ganas de ponerme a socializar. No me gusta. No tengo ganas de sentarme a hablar con gente que no conozco. Me he vuelto una persona poco tolerante y creeme que te hago un favor no yendo. Voy a tratar mal a alguien, se me sale la cadena y alguien lo va a pasar mal. Tengo poco filtro y pocas pulgas.
Entonces, creeme, no me querés invitar a tu cumpleaños. Te hago un favor no yendo. Enojate porque voy, no porque no voy.

Yo, en un lugar donde no quiero estar, con gente que no quiero estar y con un viaje de vuelta eterno, no soy plan para NADIE.

No quiero joder a nadie. No lo hago para lastimar a nadie, simplemente: para ir a sufrir un ratito, es demasiado viaje.

Te quiero igual, un montón, pero no voy.

Besitos...

24.2.17

Ojo ajeno

Qué difícil manejar la cabeza, aunque llevo bastantes años dedicándole tiempo al arte de no enroscarse al pedo, todavía cuesta. Creo que si abro una academia de cursos para la vida cotidiana uno de los cursos sería: "cómo no enroscarse al pedo". Duraría "tiempo indeterminado" al estilo "ir a terapia" pero no permitiría que alguien venga mas de un año si fuese una vez por semana o seis meses máximo si el caso fuera venir tres veces por semana. De hecho, creo que tendría esas dos alternativas. El curso de la mañana sería el curso que viene tres veces por semana; que viene sin dormir de haber recontramaquinado toda la noche, entonces las clases son cortas y en vez de recreo, la última hora de cursada, dormís (incluye relajación guiada) y un folleto al final de la clase con algún cursito extra para aportarle a esa parte de tu cabeza que te ruega desesperadamente "conseguite una vida, please".
La cursada de la tarde son los que vienen una vez por semana, tienen recreo pero no pueden tener celular desde que entran hasta que sale y el curso duraría cinco horas. Después vemos que hacemos en esas cinco horas, lo importante es estar cinco horas lejos de cualquier red social o comunicación con el mundo exterior, pero como condición te obligaría a poner en el "estado" del whatsapp, en vez de  "en una reunión" o "hey, I´m using whatsapp" tenés que poner "ocupada teniendo una vida de verdad. Probá vos también."

Lo cierto es que no entiendo por qué toma el cerebro el camino más fácil. El de juzgar. El de criticar. Por qué la mediocridad está siempre esperándonos a la vuelta de cualquier comentario pseudocizañero y ahí está una, lista para aportarle mugre a la reputación de alguien más. Tengo que reconocer que a veces es divertido, por supuesto siempre encabezado por "La verdad es que no la conozco mucho así que no puedo hablar, pero, si me preguntás (o en su defecto "ahora que lo mencionás") me parece que..." y ahí una arranca libre de culpa a inventar o presuponer con material novelero que el inconsciente encuentra en aquellos años de gloria de Andrea Del Boca.

Tiene algo muy divertido criticar a desconocidos. Sentarse en un bar, empezar a mirar gente y hablar, hablar, hablar. De su ropa, de cómo come aquel, de la vida que deberá tener el mozo y de la clara conveniencia que hay entre la pendeja de la mesa de atrás con el viejo millonario que paga esa cartera importada y profundamente tilinga. ¿Por qué es tan divertido? ¿Por qué la mediocridad es tan divertida? Eso lo transforma en tentación constante y hay que plantearse un stop. Como cuando jugaba mucho al candy crash. Me doy cuenta que jugar al candy crash tanto tiempo no era tan malo. Miraba menos al resto y ejercitaba mis habilidades cerebrales... "sweeeeeet"; excepto por la parte de "pedir vidas" que igual ya había solucionado cambiándole la fecha al Ipad.
Extraño el candy crash.
Extraño el pucho y el candy crash.

Redondeando, "la habilidad de observar sin juzgar es la  forma más elevada de inteligencia",  tomen nota!!!