25.11.20

Eclesiástica

 Cuando los impulsos se adueñan de nuestra lógica pueden tomar muchas formas. En ese instante en el que aparece el impulso la parte que mas me cuesta es la de discernir entre lo intuitivo de esa voz y lo malicioso de la intención que podría tener esa voz interna que te susurra sensual: la vida es hoy, hacelo, te van a criticar igual.

Conforme pasan los años voy conociendo y categorizando ciertos impulsos que sé que no llevan a ningún lugar copado. Ejemplos: putear a alguien, responder un mail o un mensaje guiada por la ira, el enojo, la indignación o incluso el orgullo, que a veces habla desde la soberbia intentando descalificar a un otrx sin argumento. La peor manera de debate: la descalificación gratuita: el "no te da la cabeza".

Pero bueno, hay impulsos inexplorados que no sabés adonde te llevan y eso los transforma en la bien ponderada tentación. Busqué la palabra en el diccionario porque me gusta leer las definiciones (e incluso rebatirlas en mi cabeza o reformularlas) aunque a los diez minutos ya me las olvidé. La definición de diccionario que mas lei en mi vida es la de "ironía", la conozco, la uso, la saboreo pero no te se decir la definición ni con mis propias palabras. 

nombre femenino
  1. 1.
    Impulso de hacer o tomar algo atrayente pero que puede resultar inconveniente.
    "caer en la tentación"
  2. 2.
    Persona, cosa o situación que atraen de forma irresistible.
    "las pastelerías son una tentación difícil de evitar"


La parte de que sea "nombre femenino" la vamos a saltear porque en los tiempos que corren, zzzzzzzzzzzzz, podemos estar siglos.

La parte de "que puede resultar inconveniente" es claramente la esencia de la tentación sino no sería tal, ¿verdad?

Inconveniente ¿para qué o para quién? Si hablamos de vicios que además generan adicciones o enfermedades crónicas, por ejemplo, yo no lo veo como una tentación, lo veo mas como una absurda y negligente debilidad del ser humano. ¿Existen? Re. Y caigo el 78% de las veces. Porque la proporción de mediocridad me alcanza siempre y es alta. Al menos a mí. Pero en ese terreno de mediocridad también descansan muchas cosas con las que creo que en este momento no tengo ganas de lidiar. Entonces, hace un rato ya que me asumo mediocre sin detenerme en porcentajes para no deprimirme. Y cada tanto abro la mochila y digo: "bueno, a ver, qué sacamos hoy. Estoy para desmenuzar algo heavy. Vení vos, soberbia, charlemos un rato a ver qué municiones presentás." La dejo hablar, la escucho y me doy el beneficio de decidir nuevamente y por segunda vez luego de su parlamento, si de verdad quiero encararla. Ya estoy más para agarrar lo difícil. Siempre es hora de que la mochila no pese tanto... siempre, todo el tiempo de acá hasta que deje de existir. Siempre. Así que, encaro.

En la segunda definición de tentación aparece el término "irresistible".  "De forma irresistible", como si la pudiéramos tocar. La condición de irresistible si la racionalizo está tanto más ligada a la debilidad que realmente lo único lindo del término y de la sensación es que es una tremenda excusa para entregarse, dejarse caer como si no se pudiera hacer "nada-denada-denada" al respecto para evitarlo. Esas cosas no me convencen. Me quita poder sobre mí. Prefiero pensar que dejo el control, pero lo decido yo. Que no es lo mismo que no poder evitarlo, sino mas bien que me cumplo el deseo de dejar de controlar. 

Entonces, pobre tentación, todo bien pero me parece que ni "irresistible" ni "tentación" tienen una verdadera razón para existir. Me atrevo a reducirlas a "chamuyo" o peor aún "excusas" para justificar situaciones que podrían ser inconvenientes y por esa misma razón las elegimos. Eso es mas bien "causa-efecto" solo que el efecto maneja matices: efecto diversión, efecto depresión, efecto relax, efecto paralizante, efecto dominó... efecto dominó es mi favorita porque ahí arranca una que no sabes donde termina y ahí, la vida misma... Y acá entra el azar. ¿Hay azar? ¿De verdad uno elige al azar? ¿De verdad hay algo que uno puede elegir al azar? Si siempre lo tiene que pasar por el cerebro ¿que tiene eso de azar? ¿Que no hace cuentas antes de decidir? Pero no deja de ser una decisión... Mamita, querida qué día tenemos hoy!

Siempre me acuerdo de un compañero de trabajo que al tiempo de abrir el blog me dijo: admiro la capacidad que tenés de escribir tanto, atrapar, y no decir nada. 

Jajajajajajjaja! (El cierre de la época.)


Mentira, no hay chances de cerrar con un "jajajaja". No es mi estilo. Lamentablemente, siempre me encuentro tentada a pensar una nueva respuesta que en ocasiones me pone en aprietos laberínticos.

Tentada a responder. Irresistible a las palabras. Irremediablemente inconveniente. Eclesiásticamente contradictoria.





9.11.20

Las Veces

 Abro los ojos y huelo a cierta vaga rutina. Me levanto, pongo agua a calentar, me tomo la pastilla de la tiroides, fondo blanco de un vaso de agua enorme, algo que me olvido a lo largo del día así que me aseguro al menos ese vaso y me voy a lavar los dientes.

Mentira, antes de todo eso, le hago un cacheo rápido al celular, un hábito que me gustaría dejar, igual que el cigarrillo. 

Pienso en un cigarrillo y me respondo que es muy temprano para fumar, Soledaddddd. Aunque seguramente deje pasar media hora y me lo fume igual. Al menos en las circunstancias que la vida me presenta hoy. Pero voy a volver a dejar, lo sé. Certezas. No hay voluntad pero hay certezas. Qué locura. Qué falta de respeto a la certeza, ¿no? Pero ¿qué es una certeza? ¿Algo que creo que sé? ¿Algo que sé? ¿O algo que el día se encargará de desafiar?

Cuando chequeo el celular me llama la atención un mensaje. Un mensaje de recontra mierda. No literal pero el eco que hace adentro mío es de mierda. Listo, adiós certeza. ¿Te das cuenta? La fragilidad de la paz. ¿La sentís?

La fragilidad de la paz es un concepto que le escuché a Hernán Casciari y que también me hizo eco adentro. Eco literal. La frase quedó resonando en un cuarto gris, sin ventanas, al que mi mente va bastante seguido, solo que ahora encuentro más fácil la puerta de salida; pero como se mueve siempre, la tengo que buscar cada vez que voy. Es imposible salir de memoria. Es un cuarto incómodo. Que a veces está vacío (o eso creo yo), y a veces recontra lleno de cosas que no puedo enumerar porque no logro distinguirles la forma, ni siquiera el origen. Decía, es un cuarto incómodo. La incomodidad no me perturba tanto como la pérdida de la paz. Pero no la pérdida en sí, porque el estado de irritación por esa pérdida me puede durar diez minutos, tres, un día, pero lo que realmente sufro es EL INSTANTE EN QUE ESO SUCEDE, luego todo me resulta conocido. No es la primera vez que me toca improvisar sobre lo inesperado. Pero ese instante. El preciso momento en que el jarrón llamado paz hace contacto con el piso y el impacto dibuja líneas en él, ese instante es el peor de todos. Eso es lo que más me afecta. Me duele la panza de solo pensarlo, mientras lo escribo.

Y ya sé lo que tengo que hacer. Lo sé todo. Ya me pasó. Pero a veces no tengo ganas; a veces me entrego a la mediocridad del "no puedo".

Las certezas las necesitamos para construir. Pero a veces también creo que la mayor certeza es que las certezas, en realidad, son fantasías para seguir viviendo y mi deber es lograr que eso no me perturbe tanto, me desestabilice lo menos posible porque al caer el sol, este día ES mi vida. Es, Tiempo presente.

A veces lo logro. 

A veces no. 

A veces la vida.