14.4.08

El oficio de ser Cubano

Fue hace como un mes pero tenía que dejar precendente en mi testigo internetero. Estuve en Cuba.
El señor de la foto es Lázaro. Un hombre que nos encontramos caminando por el Malecón de La Habana. Toca el trombón y lo convencimos de que nos lleve a conocer "La Habana de verdad". Su barrio, su casa, su vida. Todo fue increíble, nos subimos a un taxi y anduvimos bastante. Todo ese rato una adrenalina invadía mi mente. No sabía si había hecho bien o mal en subirme a ese taxi con dos cubanos sin destino conocido. Todo salió bien. Llegamos, recorrimos, preguntamos todo, tuvimos respuestas de todo. El discurso de Lázaro se iba oscureciendo cada vez más. Hablaba de su presente con normalidad, casi contento y con el pasar de las horas la resignación invadió su mirada. La tiñó y ya no hubo manera de modificarla. Esa era la idea, que nos muestre la hilacha. Estuvimos desde antes del mediodía hasta las casi ocho de la noche con él en su casa y ya nada era igual a cuando nos encontramos.
El oficio de ser cubano: llevarte a recorrer a cambio de: dos rones, galletitas Merengadas para el hijo, cigarrillos para él, helado para la mujer, cervezas para la cuñada, 20 cuc (24 dólares, sí, carísimo) para el amigo que nos hizo de remis de vuelta y "una ayudita para comprarse una cama decente para dormir con mi mujer". Estás ahí. Tenés que estar ahí para darte cuenta de cómo te están viviendo (porque te das cuenta) y seguir queriendo quedarte ahí con ellos, viéndolos, escuchándolos, pidiéndote sin pedir, haciendo que quieras dárselo. Los cubanos le pasan el trapo a la viveza de los argentinos. Sépanlo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que groso, Sole. Porque fuiste tan breve sobre algo tan interesante ? La experiencia da para mucho... yo particularmente me quede con ganas de escuchar mas. Viajar es un viaje.