4.12.20

La interpretación

De todas las preguntas que se repiten a lo largo de la vida hay algunas que vuelven a aparecer esporádicamente. Como si fuese un "cacheo de" a ver dónde estoy ahora. Porque viste que un@ va cambiando, si tiene neuronas, y entonces decís mirá vos, el tiempo que perdí odiando el animal print y ahora me lo tiro encima día por medio. Bueno, algo así, pero con "¿qué lugar me representa si tuviera que elegir?". Así que, mas allá del famoso de qué signo sos, comida y color favorito, que en general no cambian, está: ¿Qué lugar del mundo elegirías para vivir?  

Analicémoslo: ¿en serio? Qué se yo, persona; hay tanto que no conozco que sería difícil de responder. Igual me da mas a que es una pregunta direccionada a mirar hacia adentro en todo caso, no hacia afuera. (Bueno, no necesariamente pero ponele que si estás leyendo este blog, va por ahí.) 

Entonces no mires el mapamundi; no pienses adónde viajaste o adónde te gustaría viajar. O sea, sí, pensalo. Pensá todo lo que quieras, mas vale. Pero fijate vos esto; va de nuevo: ¿lugar del mundo para vivir? Bueno, ¿podría responder en el abrazo de mi mamá? ¿Vale? Mira como cambia la perspectiva de una pregunta que puede resultar livianita. Eso me hace pensar en si la pregunta es importante o lo que es importante es la respuesta. Claramente, a mi modo de ver, lo importante es qué resuena de la pregunta en mi cabeza y por lo tanto qué me provoca responder.  

Probemos ahora cambiando las palabras de la pregunta, solo un poco: ¿cómo sería tu lugar ideal para vivir? Dedo en la pera, mirada hacia arriba, silencio... bueno, ahí tengo que pensar mas... 

¿Vos decís si viviría con alguien mas en ese mismo lugar? ¿Te referís más al aspecto estético del lugar? ¿O a qué te referís? Y me responden: "contestá lo que entendiste." Ok. Bueno. Lo primero que pienso es que sea una casa de ladrillo a la vista, con jardín, pasto pisable descalza, un ovejero alemán completamente habituado ya al escenario descripto, una chimenea en el living que aunque sea verano y no esté encendida tenga leña, listísima para cuando quiera, por capricho mas que todo, usar tres troncos en una noche. No la quiero para combatir el frío, la quiero para prenderme un pucho con la brasa, para hipnotizarme larguísimos ratos con el fuego que va y viene, para soplarle abajo y ver satisfecha que sé cómo hacerlo crecer, para recordar que había una en la casa en la que crecí pero era un chasco total porque estaba mal terminada y se llenaba la casa de humo así que no, no la prendíamos nunca; la usábamos para armar el pesebre ahí adentro. Un pesebre zarpadísimo que tenía mi mamá con mini estatuas. Pensaba que todos los pesebres eran así y nada que ver. Solo el de mi mamá y el de una de sus hermanas. 

También al mirar la chimenea prendida recordaría ese año en el campo "La Colorada" donde me hice experta en prenderle la chimenea a mi viejo en invierno que venía 7 am después de dos horas de estar en el tambo, con las botas de goma húmedas por dentro y los pies congelados... Silencio... Basicamente, la quiero para acariciarme el alma y el lugar ideal para vivir ya existió y solo estoy intentando imaginar que eso puede volver cada vez que prendo el fuego. Y no. Ni cuando tenía nueve ni cuando tenía dieciocho. Y no es que quiera volver a tener esa edad. Cero. Pero cierro los ojos y pienso donde quiero vivir y me doy cuenta -fijate vos lo que genera una pregunta según quién la escuche- que donde quiero vivir es un rato adentro mío y otro poco proyectando cómo quiero que sea ese lugar haciéndome esta pregunta cada tanto y agregando y sacando cosas, pero la chimenea y el jardín verde estan siempre y el ovejero alemán también. Lo acabo de descubrir. ¿Qué me contás? En esa casa que tengo adentro mío llena de cuartos oscuros, con puertas por abrir, con cajas que estan ahí guardadas, con cuartos super luminosos pero vacíos y espacios atiborrados de cosas de las que no me puedo deshacer porque no quiero. Un par de valijas llenas de cosas que quiero extirpar de mis adentros, hacer espacio, abrir ventanas, airear y soplar cuidadosamente ese fuego que de a ratos parece que ya no da para más, pero re si, soplo y vuelve y vuelvo a sonreír porque el fuego me provoca.  

Y si abro los ojos y salgo de ahí un rato a intentar socializar y parecer un poco educada, un poco buena, un poco inteligente, algo graciosa, forzando un porcentaje de discreción que no tengo, lo hago sabiendo que después siempre vuelvo a casa, donde tengo tanto trabajo por hacer que a veces me cuesta estar presente y mucho más si no hay ni chimenea, ni un perro, ni un poco de barro que dejó la lluvia, ni ventanas que cerrar porque hace frío.  

Ahora, si con tu pregunta te referías a un lugar en el mundo te interpreté re mal, pero igual, ni idea.

No hay comentarios.: