Gracias Azules

Pasé de no querer ni tener a upa a un bebé a desear con todas las células de mi cuerpo poder tener un bebé con mi novio. No queríamos hijos cuando nos conocimos a los 33. Ni locos. Ni cerca. Ni a palos.
Pero después de mas de cinco años juntos, pisando los 37 el tema empezó a pispear por la mirilla de nuestra relación y dos años después estábamos firmando los papeles para iniciar la búsqueda de óvulos donados para poder hacer ovodonación y ser padres, juntos. Me apareció un problema de ovarios y después de un año de tratamientos y miles de probaditas de acupuntura, yoga, homéopata y etcéteras, nos convencimos de que lo importante era nuestro deseo y no qué genes tuviera. Pero, como en muchísimos casos, cuando fui a la entrevista con la Dra. que nos iba a hacer el tratamiento, ya estaba embarazada naturalmente y no lo sabía. Mágico.
Hace 11 meses atrás, estaba patas para arriba haciendo fuerza y con Mato diciéndome al lado "Vamos, flaca, vamos. Traé a Azul al mundo!"

Emocionante. Y literalmente increíble. De no creer.

Todo lo que dije y pensaba de ser padres se me puso enfrente y uno a uno los comentarios que dije vinieron cual Señor Barriga a cobrarme la renta. Todos.
Todo lo que pensada, bueno casi todo, lo desdigo, me retracto.
Y perdón a todas mis amigas (incluyendo mi hermana y mi queridísima cuñada) que nunca estuve para ir a lavarles la cocina, cocinarles un omelette o tenerles a les bebés un rato para que duerman. Culpable de todo. Recontra culpable.

Hace once meses que llegó a mi vida Azul. Que me mira, que me busca, que me demanda, que quiere dormir conmigo.
Tengo muchas, muchas palabras para vos, hijita mía. Todas son de otro planeta. Odio decir lo que dicen todos pero sí, me diste vuelta mi mundo. Todavía lo haces. Cada rincón que voy recordando que tenía también está empañado por una sonrisa o un llanto tuyo.

Y sí, también de todo lo que viví estos once meses, como el 99% de las madres, me voy a quedar con lo mejor, con lo que sé que no me voy a poder olvidar nunca más en mi vida porque en el instante que me estaba pasando me di cuenta que iba a perdurar en mí como si me acabara de ocurrir.
Me viniste a buscar al trabajo con tu papá hace un mes o tres semanas. Me esperaron en la vereda de enfrente. Crucé la calle y te vi. Y me viste. Y cuando me viste me sentí levitar: me miraste con una alegría, levantando los brazos y caminando torpemente hacia mí con la mayor velocidad que pudiste. Nunca en mi vida había visto a alguien TAN CONTENTO de verme. Nunca. Lo escribo y lo revivo como un GIF emocional. Eres la sabandija, vagoneta sonriente y demandante más todo que jamás haya conocido antes. Me invitás cada minuto que paso con vos a hacerme preguntas sobre quién quiero ser, quién era o quién estoy siendo. Eso es lo mas desafiante. Eso es lo que elegí cuando decidí que quería tenerte: quiero meterme en ese mundo y aprenderlo todo. Gracias por elegirme como tu mamá. Gracias por desafiarme, por empujarme a desandar caminos, por arrinconarme hasta que abro esos cajones mentales recónditos llenos de polvo y estructuras y prejuicios y preconceptos y muchos, muchos "y" más... Gracias, gracias, gracias. Me abriste nuevos portales a nuevas preguntas, encendiste mi sed de curiosidad y transformación. Porque lo que me pasa es que no hay orgullo posible cuando se trata de vos. Navego cada vez más el río de la humildad y el océano del aprendizaje.

Podría haber esperado al año, pero elegí hoy, por qué esperar.