7.10.17

Lecciones de la vida cotidiana (parte 1 de 1.000.000)

¨Pensar demasiado hace mal.¨ Esa es una premisa que nos puede o debería servir a todos. La pregunta es siempre cuándo parar de pensar o cuando dejar de esquivar y empezar a pensar. De nuevo el equilibrio.
Entrenar el cerebro es tarea mía. Conseguir herramientas para lograrlo también. Y todo ese trabajo que me tomo día a día en desechar pensamientos poco útiles o no detenerse en ellos, en identificar mis propias toxicidades, limarlas, mejorarlas, de nuevo, todo trabajo mío.

Lo que no termino de entender es qué se hace cuando las personas eligen ponerte en un lugar que les gusta. Porque les agradas o les servís o deciden admirarte por alguna remota razón y resulta que cuando ese velo se cae y ven en vos una persona común y llena de defectos, te culpan por eso.
Me pregunto qué culpa tiene el otro de que yo lo haya puesto en un ¨altar, allá, alto, para mirarlo y admirarlo y aprender. ¿Qué culpa tiene el otro de que yo le haya adjudicado algo?
Porque al caer el velo y darme cuenta que esa persona no es todo lo que pensé que era, me desilusiono y empiezo a culparlo por cosas que yo mismo creé o creí.
¿Podría ser como que en realidad estoy enojado conmigo mismo por haberme equivocado?
Podría. De todas maneras, muchas veces enseña mucho mas el error que el acierto.

De la misma manera, he observado personas que tienen una claridad para ver tus problemas y posibles  salidas que da gusto conversar y sentir que uno crece con sus palabras a medida que las mastica y las hace conscientes o las experimenta en carne propia y se da cuenta cuánta verdad había es sus consejos.
Pero de ninguna manera eso que hace ese consejero con los problemas de uno es directamente proporcional con que esa persona las pueda aplicar a su propia vida.
Es mucho más fácil ver con perspectiva los problemas, conflictos o penas ocultas del otro que de uno mismo. No es un secreto que lleva todo una vida conocerse a uno mismo.

Me resulta difícil escuchar los males, penas o preocupaciones de una persona y no pensar inmediatamente en posibles caminos que lo ayuden o  barajar algunas soluciones. Es uno de mis defectos. A veces la gente solo quiere ser escuchada y nada más.
Además, arriesgarse a tal aventura de encontrar soluciones a problemas ajenos termina muchas explotando en la cara de uno mismo como un culpable de algo, o porque no funcionó o porque cae un manto de juicio sobre cuánto de los que "aconsejas" aplicas efectivamente a tu vida. Y entonces? Y entonces sos de nuevo culpable de algo.

No involucrarse es juzgado.
Involucrarse también.

Lecciones de la vida cotidiana.

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